Historia del Cristo de Medinaceli
La devoción al Cristo de Medinaceli
El Cristo de Medinaceli, también conocido como Jesús de Medinaceli, es la imagen de un Ecce Homo. Actualmente es el más venerado de España, principalmente en Madrid, y uno de los más adorados del mundo.
Se muestra con túnica, corona de espinas y las muñecas amarradas con una cuerda.
Es tradicional honrar esta imagen con un besapié el primer viernes de marzo. La creencia apunta que si se piden tres deseos con auténtica fe, al menos uno de ellos se cumplirá.
Las largas filas con miles de devotos que acuden desde todos los rincones a venerarlo atestiguan que esta creencia debe ser cierta.
La historia del Cristo de Medinaceli
El Cristo de Medinaceli original es una talla encargada por los Padres Capuchinos de Sevilla al taller de Juan de Mesa en el siglo XVII.
Fue trasladada a un fortín español en Marruecos donde, tras un ataque y posterior saqueo, es sustraída por los moros, quienes la profanan y arrojan a las fieras.
Los monjes trinitarios consiguieron rescatarla en 1682, la misma orden religiosa que también rescató a Miguel de Cervantes.
La historia de su rescate resulta llamativa. Los monjes tuvieron que pagar su peso en oro, una moneda de oro por cada kilo. La cifra fue de 30 kg, por tanto 30 monedas, lo que equivale curiosamente a las 30 monedas con las que Judas vendió a Jesús.
Ya liberada, procesiona en Madrid en 1682 un primer viernes del mes de marzo y es ubicada en el convento de los Padres Trinitarios Descalzos, bajo el patrocinio de los Duques de Medinaceli, de quienes toma su nombre.
Durante la Guerra de la Independencia el convento es destruido. La imagen se traslada entonces al convento de los Capuchinos de San Antonio del Prado. Pero éste es expropiado en la Desamortización de 1836, volviendo el Cristo a manos de los Duques de Medinaceli.
En 1922 derriban el convento que lo custodiaba por su estado ruinoso. En su lugar edifican la Basílica de Jesús de Medinaceli para albergarlo.
Durante la Guerra Civil permanece escondido en los sótanos del convento, siendo descubierto por un batallón republicano. Milagrosamente se libra del fuego y deciden entregarlo a la Junta del Tesoro que lo traslada a Ginebra. Al finalizar la guerra, el Cristo regresa a España.
Desde entonces permanece en su capilla recibiendo la visita de millares de fieles y a salvo, de momento, de sufrir nuevas peripecias.
Otras imágenes similares
Existen numerosas imágenes a lo largo de la geografía española inspiradas en el Medinaceli original. Estas son una pequeña muestra de ellas: