Relaciones sexuales según San Juan Pablo II
¿Qué visión tiene la Iglesia sobre el sexo dentro del matrimonio católico?
Mucha gente tiene la creencia de que la Iglesia Católica ve el sexo como algo sucio y pecaminoso dentro del matrimonio. Un aspecto vergonzante que debe vivirse sin placer, como mero trámite para la procreación.
Esto es radicalmente falso. La unión de los esposos debe realizarse a todos los niveles, espiritual, intelectual, material y físico. Su entrega, su donación, debe ser total a la otra persona, de tal forma que se conviertan en una sola carne y ya no sean individuos independientes, sino que busquen ambos el bien del otro y el bien común.
El ideal del matrimonio católico es que ambos cónyuges se donen y se reciban por igual, sin que la dignidad de uno prevalezca sobre el otro, en total sintonía. Los esposos unidos así, serían imagen y semejanza del amor divino de la Trinidad.
Tan importante es el sexo para la Iglesia, que su ausencia o las conductas vejatorias hacia el cónyuge son causa de nulidad matrimonial.
San Juan Pablo II y su libro “Amor y responsabilidad”
El libro “Amor y responsabilidad” fue escrito por San Juan Pablo II en 1960, cuando todavía era obispo auxiliar de Cracovia, 18 años después sería elegido Papa. Es un ensayo sobre el amor humano y la sexualidad en todas sus dimensiones. Una lectura muy recomendable.
Extractos del libro de Monseñor Karol Wojtyla acerca de las relaciones sexuales:
“Los sexólogos constatan que la curva de excitación de la mujer es diferente a la del hombre, sube y baja con mayor lentitud. En el aspecto anatómico, la excitación de la mujer se produce de una manera análoga a la del hombre. Con todo, su organismo está dotado de muchas zonas erógenas, lo cual la compensa en parte de que se excite más lentamente. El hombre ha de tener en cuenta esta diferencia de reacciones”
“Existe un ritmo de la naturaleza que los cónyuges han de encontrar para llegar al mismo tiempo al punto culminante de excitación sexual. Cuando la mujer no encuentra la satisfacción natural ligada al punto culminante (orgasmus), es de temer que no sienta plenamente el acto conyugal, que no embarque en él su personalidad entera, lo cual la deja expuesta a neurosis y trae consigo una frigidez sexual que resulta a veces de un complejo o de una falta de entrega total de la que ella es la responsable. Pero otras, es consecuencia del egoísmo del hombre”.
“La mujer empieza entonces a rehuir las relaciones sexuales”
Monseñor Wojtyla resaltaba en estos párrafos la importancia del orgasmo femenino y el deber de los maridos de asegurarse de que sus esposas lo alcanzan “por cualquier medio necesario” , es decir, que no falten los preliminares y caricias imprescindibles para llevarlas hasta ese punto. Para lograrlo es de especial importancia el clítoris, un órgano femenino cuya única función conocida es la de proporcionar placer.
“Tampoco basta la bondad de la mujer que finge el orgasmo para no humillar al orgullo masculino. Todo lo cual conduce a la degradación del matrimonio”.
¿Como sabe un cura todo eso?
Muy fácil, por el sacramento de la confesión y la dirección espiritual. Los sacerdotes además, reciben formación de biología, antropología, psicología, moral sexual y matrimonial. En el caso concreto de San Juan Pablo II, para escribir este ensayo se valió también de las entrevistas realizadas a un gran número de jóvenes en la Universidad de Cracovia y en sus grupos pastorales.
Las mujeres suelen contar al sacerdote sus problemas conyugales, incluyendo lo relativo al sexo. Ellas se sienten seguras en el secreto de confesión y desahogan sus penas como no se atreverían a hacerlo con nadie más. Se sienten escuchadas, comprendidas y confiadas. Reciben palabras de aliento y consuelo, así como la recomendación de valorarse como personas y no como meros objetos.
Sería lógico que las mujeres tratasen estos problemas directamente con el interesado, su marido. Pero los maridos, en general, no están dispuestos a escuchar con la paciencia que lo hace un sacerdote. Y además, las mujeres evitan herir su hombría diciéndoles abiertamente que no son el mejor amante del mundo, en muchos casos, ni raspan el aprobado.
Las consecuencias:
La consecuencia de la torpeza o falta de interés de los maridos y el silencio de las mujeres, es el distanciamiento de la pareja. La mujer comienza a inventar recurrentes dolores de cabeza con el fin de evitar un encuentro en el que su pareja disfruta y ella se siente usada. En las ocasiones en que la mujer accede a tener relaciones, lo hace con prisas para terminar cuanto antes, fingiendo un placer que no siente.
Muchos hombres se quejan de escasas relaciones sexuales con su mujer. Mientra que a su mujer se le antojan demasiadas. Por ello, es necesario que ambos cónyuges reinventen su forma de relacionarse entre sí, potenciando el verdadero amor por el otro. Ello contribuirá a mejorar la convivencia en todos los ámbitos.
Para ayudarles en esta tarea existen centros de orientación familiar de la Iglesia en muchas diócesis. Pueden informarse del más cercano y acudir. Aquí mostramos los enlaces con algunos de ellos. Lectura de libros como “Amor y responsabilidad” también ayudará, siempre que sea leído por ambos.
Ver centro de orientación familiar Getafe
Ver centro de orientación familiar Zaragoza
Ver centro de orientación familiar Orihuela
Ver centro de orientación familiar Coria (Cáceres)